martes, 18 de marzo de 2014

Ilusión desesperada

"No estoy seguro de quién es, ni que busca. No sospecho de esa mujer. Pero tengo que admitir que cada vez que esta por entrar a su casa, mira tantas veces para todos lados, que me pone como loco. Esos penetrantes ojos grises escudriñan toda la cuadra, y siempre miran con desconfianza. Ya ni sé que pensar. Este tema me tiene harto, pero quiero resolverlo de una vez por todas." 

3.56 am. Tres días después del echo. Estoy sóla en el sillón del living, tomando whisky mientras trato de memorizar estas palabras del detective Jones. La cinta ha sido repetido tantas veces que ya está por romperse. Empiezo a escuchar repeticiones. La cinta se fundió.

<<Un año y 4 meses después>>
Estoy llegando a la estación de policías, creo que al fin encontré una pista sobre lo que ocurrió la madrugada de ese terrible 4 de octubre, el día que falleció mi querido compañero Paul Jones. Ya pasó más de un año y todavía me duele recordarlo, me duele la injusticia de su muerte. Nunca pudimos resolver el caso del asesino en el que estábamos trabajando. Muy probablemente la muerte de Paul tuvo que ver con ese asesino. Pero no sé. Todo es tan incierto y tan desconcertante, y he podido juntar muy pocas pistas hasta el día de hoy, que lo único que me queda es la esperanza. Esperanza de poder terminar el caso y vengar por la muerte de mi mejor amigo. Esperanza de poder honrar la memoria de mi amigo terminando el caso, ya que cuando falleció estaba trabajando en esto también.

Al llegar a mi departamento, me siento vigilada, como si alguien estuviera observando cada cosa que hago, cada paso que doy. No hay situación que me de más desconfianza, que me haga sentir tan insegura y desprotegida. Trato de encontrar las llaves en mi bolso lo más rápida y sigilosamente que puedo. Por supuesto, como mi nerviosismo no ayuda mucho, no logro dar con las llaves y me desespero todavía más. Cuando las encuentro intento encontrar la indicada para introducirla por el cerrojo. El ruido que produzco es tan fuerte, que si hubiera alguien buscándome, ya me habría encontrado. No puedo meter la llave. El foco de la calle se apaga. Excelente. Me quedo a oscuras y con el corazón a punto de estallar. Estoy tan asustada que lo único que se me ocurre es gritar, gritar y cerrar los ojos, hasta que no puedo respirar más.

11 de la mañana. Me encuentro en un hospital, entra una enfermera y le pregunto que hago aquí, a lo que responde que hacen casi 17 meses que estoy acá. No le creo. Debo haber escuchado mal. Seguro es por la anestesia, aunque no comprendo por qué tuvieron que recurrir a ella. No puedo recordar más que haber gritado mientras cerraba los ojos. Me empiezo a asustar. Tengo las muñecas y los pies atados a la camilla. ¿Qué clase de monstruo creen que soy? Voy a empezar a enloquecer. En el momento entra un equipo de enfermeros, cuando le pregunto a un muchacho por qué estoy atada, me ignora. De hecho, todos ellos lo hacen. Hacen como si no existiera. Como si fuera invisible. Como si sólo fuera otra alma que ya se fue y que volvió para atormentarlos con sus lamentos. 
2 horas después. Entra el médico, le formulo la misma pregunta que a los otros, pero al menos este tiene la decencia de responder: "eres tan peligrosa, que tememos dejarte suelta. Te atamos por el bien de los otros pacientes y del equipo médico." Esa respuesta me deja helada, claramente no me la esperaba. ¿Qué puede contestar uno a algo así?

Tres, cuatro, cinco meses pasaron desde esa respuesta tan extraña. Todos los que entran a la habitación parecen tener miedo de mi, no me atrevo ni siquiera a hablar. 

Nueve, diez, once meses más. Tengo una visita. Eso me asombra y me alegra tanto que sonrío por primera vez en mucho tiempo. Sonreír me duele. La visita es mi jefe, o mi ex jefe, ya que no volví a trabajar más. Me cuenta un poco sobre lo que pasó todo este tiempo, un pequeño resumen. Pero quiero que sea sincero. Quiero que conteste lo que nadie más se atreve a responderme. Cuando se lo pido, puedo notar como se tensiona, eso me hace poner nerviosa, sabía que era algo grave, pero no imaginé que fuera para tanto. También le pido explicaciones de esa noche, la última noche que estuve fuera, cuando comencé a gritar y a cerrar los ojos. Eso lo desconcierta, me dice que tal cosa nunca ocurrió. Me enojo, estoy harta de que me miren mal y me traten de loca. Me paro de mi asiento y le ordeno que me explique todo, absolutamente todo lo ocurrido. Se para también y eso desató el descontrol. 

Gritos, escucho nada más que gritos, mi jefe perdió la compostura, me pongo nerviosa y cuando me doy la vuelta para llamar a una enfermera, siento que me agarran de los brazos y me zamarrean, y escucho unas palabras que me paralizan: "Tú lo mataste, mataste a Paul, a Tomas, a Robert, a Julia, a Richard, a Nellie y a Simon. ¡Eres una asesina! Una maldita asesina que se deshizo de todo mi equipo de investigación. El caso concluyó cuando mataste a Jones, tú eres la causante de tantas tragedias y sufrimiento. Estas loca. Tienes un problema cerebral y has dañado físicamente a todos tus compañeros de habitación, por eso te ataron. ¿Vengo a visitarte a este estúpido hospital cuando debería mantenerme alejado de ti, y te pones a darme órdedes? Tendrías que estar pudriéndote en una cárcel, no aquí. Todos estos crímenes..." y no pude escuchar más. Tomé el vaso que estaba en la mesa y lo golpeé en su frente con tal fuerza que se desmayó. Cayó al piso. Empezó a brotar sangre de la parte de atrás de su cabeza. Entra el equipo de enfermeros, siento que me agarran y me inyectan algo. No puedo moverme. No puedo respirar. No puedo cerrar mis ojos, por eso veo todo nítida mente. Anuncian muerto al jefe, oigo gritos y llantos desconsolados. Gente entra corriendo a la habitación. Más médicos y enfermeros. Más gritos. ¿Acaso nunca va a parar? En este momento más que nada deseo que apague la luz como en esa pesadilla que tuve hace mucho. Que se apague y que se extinga. Que no exista más. Deseo morir. Ruego por la muerte. Pero no llega. Y espero.

No sé donde estoy, no sé cómo me encuentro, sólo sé que no quiero existir más. La espera fue en vano. Pero supongo que me lo merezco. Por haber arrebatado esas vidas, por dejar familias rotas y corazones destrozados. Por crear tanto alboroto. 

Cada vez siento menos. No puedo hablar. No tengo fuerzas. Siento como se me cierran los ojos, y me pongo eufórica. Se van cerrando lentamente, se cumplió mi deseo. Ya no más. Por fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario