domingo, 8 de junio de 2014

Cuánta paz siento aquí acostada, mirando de perfil hacia la blancuzca pared que refleja sus sombras, que me ayuda a reconocer al hombre que tengo detrás, que parece infinita.
Veo las prendas que viste, el contraste que hacen con el sol.
Lo veo sonreírme, decirme que todo va a estar bien, que ya pasó.
Noto su confianza en sí mismo.
Pero veo su indiferencia con respecto a mi persona. ¿Por qué observa de ese modo mi cuerpo?
Vuelve a mi lado y me ve de forma extraña cual monstruo desconocido se esconde debajo de la cama.
No lo veo feliz, pero tampoco está triste. Me mira. Y lo sigue haciendo.
Siento escurrir la sangre por las blancas sábanas, y noto que sonríe.
Cumplió su deseo, y yo desaparezco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario