miércoles, 9 de julio de 2014

ARGENTINA

9 de julio. Hoy festejamos doble. Hoy nos sentimos más argentinos que nunca. Celebramos que somos un país libre. Celebramos a nuevos próceres que llevan un número en la espalda. Nos sentimos felices por todo.

La última vez que llegamos a una final, yo no era ni un proyecto, ni siquiera mis papás habían planeado tener hijos, y poder celebrar ahora este logro es algo único e inigualable. 24 años hacen desde ese momento. Sólo hace falta salir a la calle para ver la euforia de la gente, la felicidad, y el orgullo. La magnitud del momento es inexplicable. Gargantas afónicas, manos sudadas, caras rojas y sonrisas grandes a más no poder. Te puede gustar o no el fútbol, pero la emoción, esos nervios, esas uñas comidas y esa tranquilidad de saber que ganamos la sentís de todas formas. Yo siempre creí que la magia del fútbol era esa, que más allá de los problemas que puedan haber tanto internos como externos (hablando de nivel país), es la conexión que sentís al gritar un gol y escuchar como lo grita también el vecino, son las vuvuzelas soplar, los petardos explotar, las bocinas cantar al son de la canción, es ese terremoto de sensaciones que se cruzan. Porque es tu país, son tus colores, tu bandera, tu gente, tu himno, tus mismos sentimientos. No te miento si te digo que al escribir esto se me pone la piel de gallina y los ojos llorosos. 

Es un día histórico por partida doble, doble sentimiento y doble alegría. Son las 10 de la noche y todavía se escuchan las bocinas y la gente gritando. Que alegría que me da. Y sí, estamos terriblemente mal como país hoy en día, con toda esta felicidad se tapan un montón de cosas referidas a la política, pero ¿importa tanto eso en el momento de ver los penales?, ¿o en los alargues? No. Porque esta furiosa euforia no llega fácilmente. Pero a la hora de llegar, no se quita más. Este es un pueblo que NECESITA de estas noticias, que tiene sus aciertos y sus errores, pero que al final se une con las sonrisas y sentimientos.

Así que sí, capaz muchas veces desee ser de otro país que no tuviera la misma suerte que la nuestra, pero es imposible que no se te ponga la piel de gallina cuando corean todos el himno con tanta honra, o cuando ves los colores de la bandera no te enorgullezcas, es una magia todo, que a veces sentís bien o la sentís mal, pero lo importante es que lo llevas adentro tuyo y que nunca va a parar.


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